Quizás piensas que el problema eres tú

Sabes que esta relación te hace daño.

Sabes que algo no está bien.

Y aún así… no puede irse.

Y luego viene la culpa.

Empiezas a pensar que quizá el problema eres tú.

Eso es ser débil.

Esto está fallando porque no puede detenerlo.

Pero ¿es realmente “debilidad”?

¿O es el miedo lo que te detiene?

Miedo real. De no sobrevivir.

De no poder controlarte. De no tener terreno. De no poder soportar el dolor.

Este temor no es una exageración.

Vive en el cuerpo, no sólo en la cabeza.

Se formó hace mucho tiempo, cuando aprendiste que, para no ser abandonado, tenías que complacer. Tenías que ceder. Tenías que aceptar.

Incluso cuando dolía.

Aprendiste que tu supervivencia dependía del otro.

Y hoy, aún de adulta, su cuerpo todavía reacciona como si fuera esa niña intentando conseguir el amor a cualquier precio.

Por eso aparece la vergüenza.

Te sientes mal por no poder salir de un lugar que te lastima.

Te sientes inadecuado, como si estuvieras fallando una vez más.

Pero esta vergüenza no es tuya.

Te fue impuesto, junto con muchas humillaciones, que tuviste que tragar en silencio.

Y por mucho que parezca imposible escapar de esta red hoy en día… hay una manera.

Un camino de reconstrucción.

Para comenzar a sentir tus propias emociones con seguridad.

De aprender a decir no. De aprender a decir sí.

Para redescubrir quién eres, sin tener que amoldarte a nadie más.

No tienes que lidiar con todo solo.

Con apoyo, con cariño, con presencia amorosa…

Es posible salir de este ciclo.

Y cuando este movimiento comienza…

Lo que una vez parecía imposible, comienza a parecer… posible.

Usted no está solo.

Hay una manera.

Hay una manera.

Y mereces experimentar algo más ligero y más verdadero.

 

 

“La libertad es tomar decisiones que nos traigan más amor y bienestar”. Sitara Ju

es_ESES