Cuando crecemos con miedo a perder el afecto, terminamos creando estrategias invisibles para lograr que la otra persona se quede.
Decimos sí cuando queremos decir no.
Silenciamos nuestro dolor para no molestar.
Aceptamos migajas de atención pensando que es suficiente.
Este ciclo de pedir amor puede repetirse en las amistades, en las relaciones románticas e incluso en las relaciones laborales.
El cuerpo siente: ansiedad constante, miedo al rechazo, sensación de estar siempre carente.
Esta búsqueda desenfrenada no ocurre porque seas débil o demasiado necesitado.
Proviene de un lugar profundo de abandono emocional, que le ha enseñado a tu sistema a creer que, para tener amor, necesitas anularte a ti mismo o servir al otro sin cuestionar si esa es tu verdad.
En mi trabajo terapéutico, ayudo a las personas a mirar esta herida con presencia y respeto.
Trabajamos juntos para reconocer las raíces de este patrón y crear nuevas formas de relacionarnos.
Ya no es necesario insistir donde sólo hay ausencia.
El amor verdadero no necesita ser rogado.
Con amor, Sitara Ju